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Abordar la cuestión del trabajo precario en España

Abordar la cuestión del trabajo precario en España

Enfoque innovador de España para abordar el trabajo precario explorando modelos alternativos de contrato para promover el empleo estable.

Aunque Europa es conocida por su sólida protección de los trabajadores, una verdad oculta reside en la desigual aplicación de estos derechos. Países como Francia, España, Italia y Portugal han mantenido un sistema con privilegiados privilegiados que disfrutan de una fuerte seguridad laboral, mientras que dejan a una parte significativa de la mano de obra como inseguros outsiders, en constante movimiento entre contratos temporales. Desgraciadamente, la generación más joven se ha visto desproporcionadamente afectada, con un asombroso 37% de los trabajadores menores de 30 años de la eurozona empleados con contratos temporales.

Sin embargo, España, conocida por su elevada prevalencia del trabajo precario, está tomando medidas decisivas para abordar este problema. Los esfuerzos del país en este sentido han tenido un éxito notable. La dinámica del mercado laboral en Europa, caracterizada por la división entre insiders y outsiders, se remonta a las reformas laborales aplicadas en las décadas de 1980, 1990 y 2000. Estas reformas facilitaron a los empresarios la utilización de contratos flexibles, manteniendo al mismo tiempo estrictas protecciones para los empleados fijos. Es importante señalar que los empleos temporales en sí no son intrínsecamente problemáticos, ya que los empresarios necesitan cierto grado de flexibilidad para adaptarse a las variaciones estacionales y a circunstancias imprevistas.

Los empleos temporales pueden ser una valiosa puerta de entrada para los jóvenes y los solicitantes de empleo, ya que les proporcionan un punto de apoyo inicial en la población activa. Estos puestos pueden ofrecer oportunidades para el desarrollo de habilidades y el crecimiento profesional. Sin embargo, si los contratos temporales se vuelven excesivamente frecuentes, pueden pasar de ser trampolines a convertirse en trampas. Esta situación suele provocar que los trabajadores jóvenes pasen continuamente de un contrato de corta duración a otro, sin acceso a una formación adecuada y a oportunidades de desarrollo que podrían mejorar su productividad y sus perspectivas profesionales a largo plazo.

En 2018, la OCDE llegó a la importante conclusión de que la amplia prevalencia del trabajo temporal tiene una eficacia mínima en la mejora de las oportunidades de empleo para los grupos desfavorecidos. Por el contrario, a menudo se produce a costa del empleo estable y permanente, lo que conduce a una disminución de la calidad del empleo, obstaculiza la transición del trabajo temporal al permanente y perpetúa las desigualdades a largo plazo dentro del mercado laboral. Esta visión pone de relieve los efectos adversos del trabajo temporal generalizado tanto en los individuos como en la dinámica general del mercado laboral.

“Restablecer los derechos de los trabajadores sin poner trabas a las empresas”

donde más del 50% de los menores de 30 años tuvieron contratos temporales

El impacto de este problema fue especialmente pronunciado en España, donde más del 50% de los menores de 30 años tuvieron contratos temporales durante la mayor parte de la década pasada. Sin embargo, el año pasado se produjo un cambio significativo cuando el gobierno de izquierdas de España se embarcó en la misión de “restablecer los derechos de los trabajadores sin poner trabas a las empresas”. Esto se logró mediante un acuerdo de colaboración entre empresarios, sindicatos y el gobierno.

En 2022, España puso en marcha una nueva normativa para abordar la cuestión prohibiendo el uso continuado de contratos temporales consecutivos y priorizando la creación de puestos fijos. El objetivo era establecer el empleo indefinido como norma y no como excepción. Como parte de estas reformas, se introdujo un nuevo tipo de contrato llamado “contrato indefinido de trabajo intermitente” específicamente para los empresarios de industrias estacionales. Este contrato permite a los empleados seguir vinculados a la empresa incluso después de que termine la temporada, y se les puede volver a contratar cuando haya un aumento de la demanda.

Según Jorge Uxó, catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid, la reforma ha tenido un impacto “extraordinariamente positivo”. La proporción de asalariados con contratos temporales disminuyó significativamente, pasando del 26% en 2021 al 18% a finales del año anterior, acercándose a la media de la zona euro (14,6%). Entre los trabajadores menores de 30 años, la tasa bajó del 58% en 2021 al 39%.

La disminución de la proporción de trabajadores temporales no fue consecuencia de despidos masivos, como se observó tras la recesión económica de 2009, sino que se produjo durante un periodo de crecimiento general del empleo. Del cuarto trimestre de 2021 al cuarto trimestre de 2022, el número de trabajadores con contratos temporales disminuyó en 1,2 millones, mientras que el número de trabajadores con contratos indefinidos aumentó en 1,6 millones.

Se espera que este cambio positivo tenga también un impacto más amplio en la economía. Las investigaciones realizadas por el Banco de España indican que los individuos con contratos temporales en España tienden a destinar una parte menor de sus ingresos al gasto en comparación con los que tienen contratos indefinidos. Con el aumento del número de trabajadores en puestos estables y fijos, se espera que el gasto de los hogares reciba un impulso, según el banco central. Sin embargo, es importante tener en cuenta ciertas limitaciones o excepciones.

Existe la perspectiva de que los recién introducidos contratos “indefinidos intermitentes” no sean muy diferentes de los temporales, ya que siguen sin proporcionar a los individuos unos ingresos seguros. Sin embargo, economistas como Uxó sostienen que estos contratos ofrecen más derechos a los trabajadores y, lo que es más importante, sólo representan una pequeña parte del total de los nuevos contratos indefinidos.

Las implicaciones futuras siguen siendo inciertas

A pesar de los progresos realizados, España sigue teniendo un porcentaje significativo de trabajo temporal, y aún está por ver la eficacia de las reformas durante una recesión económica. Además, es demasiado pronto para determinar si estas reformas se traducirán en mejoras de la formación y la productividad a largo plazo. Se requieren más evaluaciones y observaciones para valorar el impacto total de los cambios.

Según Rafael Doménech, responsable de análisis económico del banco BBVA, la situación actual arroja un balance positivo y pone de relieve la capacidad de adaptación y la flexibilidad de las empresas en respuesta a las nuevas normas. Sin embargo, aún quedan muchos aspectos por evaluar y comprender en su totalidad. El veredicto final sobre el impacto global de las reformas está aún pendiente.

No obstante, hay una lección importante que aprender. En la última década, se ha aceptado ampliamente que el aumento de la inseguridad laboral es un resultado inevitable de la naturaleza cambiante del trabajo en el siglo XXI. Sin embargo, la experiencia de España demuestra que no era una fatalidad económica que los responsables políticos tuvieran que aceptar y a la que tuvieran que adaptarse. Por el contrario, fue un problema que intentaron abordar y resolver activamente. Esto pone de relieve el potencial de las medidas proactivas para abordar el trabajo precario y crear condiciones de empleo más seguras.