El sector hortofrutícola español afronta los retos climáticos: una batalla contra la sequía
La tierra cultivable de España está seca, lo que afecta las exportaciones de frutas y hortalizas del país y plantea interrogantes sobre el futuro de su sector agrícola. Con sequías, restricciones de riego y falta de inversión en tecnología agrícola, España necesita urgentemente una revisión integral de su estrategia hídrica.
Una grave sequía en todo el Mediterráneo amenaza la seguridad alimentaria de Europa, ya que los suelos secos de España interrumpen el suministro en todo el continente. Los supermercados del Reino Unido ya han sentido el impacto de la escasez de tomates, pepinos y pimientos. Los precios del aceite de oliva se están disparando ya que la producción se desplomó un 58% en comparación con el año anterior.
La respuesta del gobierno español
El 11 de mayo, España anunció un enorme plan de 2.200 millones de euros para aumentar la disponibilidad de agua mediante plantas desalinizadoras y reutilización del agua urbana, con el objetivo de apoyar a los agricultores. Sin embargo, muchos ven esto como una solución a corto plazo, posiblemente coincidiendo con las elecciones regionales y locales.
SOS Rural, defendiendo a los agricultores españoles, protestó en Madrid contra lo que llamaron las estrategias de sequía “ineficaces, insuficientes e inoportunas” del gobierno.
Javier Santacruz, economista y agricultor español, criticó el plan:
“Abordar las consecuencias económicas de la sequía sin las reformas necesarias en el mercado de alimentos y la infraestructura hídrica podría dar lugar a resultados insatisfactorios”.
Política y agua
La gobernanza del agua se ha convertido en un tema candente, especialmente durante las temporadas electorales. El gobierno liderado por los socialistas enfrentó reacciones negativas de los agricultores después de desviar agua del crítico río Segura. Mientras tanto, el gobierno de derecha de Andalucía propuso un proyecto de ley para ampliar el riego cerca del Parque Nacional de Doñana, afectado por la sequía, legalizando potencialmente el uso de pozos ilegales por parte de ciertas granjas.
Esta propuesta ha generado temores sobre el futuro del parque, un humedal vital crucial para la seguridad hídrica regional y una próspera industria de la fresa. Andreas Baumüller, de la Oficina de Política Europea de WWF, lanzó una intervención de la UE, sugiriendo que el gobierno andaluz podría violar las directivas de la UE.
Sin embargo, la saga no termina aquí. Alemania, que importa el 30% de sus fresas de Huelva, envió una delegación para examinar las implicaciones medioambientales de la propuesta.
Un futuro sediento para España
La crisis del agua en España no es una historia nueva, pero se está intensificando. Las investigaciones indican sequías crónicas y niveles cada vez menores de aguas subterráneas. COAG, una destacada asociación de agricultores, destacó la difícil situación de los cultivos de secano, señalando cosechas menguantes y déficits inminentes.
Sin embargo, el clamor de los productores españoles por el alivio del riego se topa con argumentos contrarios de los ambientalistas que se preparan para las repercusiones del cambio climático. Los datos recientes de Greenpeace pintan un panorama sombrío: España va camino de un futuro cada vez más seco.
Mirando hacia el futuro
Cindy van Rijswick, de Rabobank, predice desafíos inminentes para los procesadores de alimentos. A largo plazo, sugiere diversificación, mejores sistemas de riego y asociaciones sólidas.
Guy Singh-Watson, de Riverford, se hizo eco de esta opinión, enfatizando los crecientes desafíos en el abastecimiento y abogando por la diversificación de cultivos y la inversión en infraestructura.
Adoptando la agrotecnología
Luis Planas, ex ministro español de Agricultura, destacó la importancia de la agrotecnología:
“España ya ha invertido significativamente en el esquema de Asociaciones Europeas para la Innovación (EIP-Agri), financiando proyectos de gestión del agua e iniciativas de adaptación al cambio climático.”
Sin embargo, a nivel mundial, falta la adopción de la tecnología agrícola: McKinsey informa que solo el 5% de los agricultores adoptan tecnología relacionada con la sostenibilidad. Los altos costos y el retorno de la inversión poco claro siguen siendo barreras.
Van Rijswick destaca que los productores no pueden asumir solos los costes del cambio climático. Tanto los gobiernos como los socios de la cadena de suministro deben invertir. A pesar de los desafíos, el camino de España hacia una agricultura sostenible y resistente a la sequía será un esfuerzo colaborativo que requerirá innovación en cada paso. Como dijo sabiamente Singh-Watson:
“Es hora de invertir en un futuro alimentario seguro”.