La historia de Christina Carro, una mujer que conduce un camión minero
Cristina Carro, que vive en Castilla y León, al norte de España, lleva el sombrero de camionero de cantera. En un país como España, donde el equilibrio de género en los lugares de trabajo aún es una búsqueda, la narrativa de Cristina destaca. Su vida es un relato crudo y sin adornos de desafíos enfrentados con optimismo y un espíritu indomable.
Su historia en un sentido global refleja cambios de mayor escala en el país: desde los problemas de desempleo y las difíciles condiciones laborales, desde el cierre de minas y su renovación, hasta el actual discurso medioambiental, la transformación del mercado laboral e incluso la política de género en el ámbito profesional.
“El carbón que corre por mis venas es tan oscuro como la noche”

La minería está profundamente arraigada en el linaje de nuestra familia: mi sobrina, hija, nieta, hermana, prima, esposa, madre, todas ellas mineras por derecho propio. Me siento como si hubiera nacido agarrando un trozo de carbón, como todos los demás en estas tierras escarpadas. El día que la mina de carbón dejó de funcionar, se produjo una calamidad total. Los empleos desaparecieron y comenzó el éxodo de jóvenes de nuestra comunidad. Los pueblos se transformaron en pueblos fantasmas y los negocios cerraron sus puertas.
En mi juventud, observé la ansiedad de mi madre por mi padre y, a medida que pasó el tiempo, me encontré reflejando esa misma ansiedad cuando mi esposo y mi hijo se aventuraron en las profundidades de las minas. Lo único que realmente deseas es que regresen a casa, ¿no es así?
Durante mi infancia, la ventana de nuestra cocina ofrecía una vista de un modesto hospital conocido por atender a los mineros heridos. Cada vez que sonaban las sirenas de las ambulancias, era una señal para que todo el vecindario y toda nuestra ciudad se reunieran, esperando ansiosamente noticias del incidente.
El camino estuvo marcado por la tragedia
Mi vida ha sido una intrincada red de desafíos y complejidades a las que he tenido que enfrentarme desde muy joven. Mis padres sucumbieron a enfermedades terminales. Perdí a mi madre a la tierna edad de quince años y, un año después, mi padre también partió. Desprovisto de orientación e inseguro de los caminos de la vida, me encontré a la deriva, sin las habilidades y el conocimiento para navegar por el mundo.
A los dieciocho años comencé mi carrera en un bar, trasladándome a Tenerife y más tarde a Madrid. Sin embargo, el destino dio un giro cuando una amiga de mi ciudad natal me informó sobre una nueva oportunidad para las mujeres en la mina a cielo abierto local. Sorprendentemente, no requerían experiencia previa, sólo una licencia de conducir estándar. Decidí postularme y tuve la suerte de conseguir el trabajo. Comencé a trabajar en la mina en 2007 cuando tenía 33 años.

Al principio, manejar el camión de la cantera fue una experiencia vertiginosa. Estos vehículos son enormes y bastante pesados. Durante los primeros tres o cuatro meses, tuve un colega experimentado a mi lado, guiándome a través de las complejidades de maniobrar hasta que gradualmente me volví competente.
A lo largo de los años fui formándome en técnicas de movimiento de tierras y prevención de riesgos laborales. Mi pasión por operar maquinaria pesada y el ambiente de trabajo industrial se fortaleció.
“Fue un golpe desgarrador para todos nosotros”
Sin embargo, la mina encontró dificultades en 2010 y, en 2013, tuvo que cesar sus operaciones. En 2018 se cerró la última mina tierra adentro. De repente, nuestros medios de vida desaparecieron y fue una ardua espera hasta que la empresa minera cumpliera con sus obligaciones financieras.
Algunos de los mineros experimentados tuvieron la suerte de conseguir una jubilación anticipada, pero otros se enfrentaron a un futuro más incierto y lucharon por encontrar el camino hacia adelante.
Apenas había industrias alternativas en la región, lo que dejaba a la gente con pocas opciones para cambiar de carrera. Además, muchas personas carecían de las habilidades necesarias para realizar la transición a nuevos campos. Fue un período inmensamente desafiante que afectó a todos, tanto directa como indirectamente. La situación se deterioró hasta el punto de que la gente no tuvo más remedio que cerrar sus negocios y embarcarse en un viaje de reinvención.
Un número significativo de personas decidió dejar atrás su pasado y buscar empleo en otro lugar, impulsado por la necesidad de asegurarse un medio de vida.
Poco después de concluir mi trabajo en la mina, recibí un diagnóstico de cáncer, lo que me obligó a frenar drásticamente y reevaluar mi vida.

“Siempre he mantenido una perspectiva profundamente optimista”
Por eso, cuando me enfrenté a la adversidad, decidí no sucumbir a ella. Elegí librar una batalla decidida contra ello porque tenía mucho por qué vivir. Tengo un nieto precioso a quien quiero apreciar todos los días, abrazándolo cerca, colmándolo de afecto y deleitándome con sus declaraciones de que tengo la abuela más genial.
Me sometí a un arduo tratamiento que incluyó quimioterapia, radioterapia y, finalmente, cirugía de reconstrucción. Ya hace tres años que todo va bien.
Después del cierre de las minas, establecieron una bolsa de trabajo para los trabajadores, ofreciendo programas de capacitación y compartiendo posibles oportunidades laborales a través de un grupo de WhatsApp.
En 2022, la oficina de empleo nos informó sobre los planes para restaurar las minas abandonadas a su estado natural.
Ya habían restaurado con éxito partes de una antigua mina, lo que generó discusiones sobre la posible restauración de la gran mina a cielo abierto, La Gran Corta de Fabero, en León.
La oficina de empleo envió los currículums de las personas a la empresa y, para mi agradable sorpresa, un día recibí una llamada informándome que me habían elegido para manejar un camión de cantera en el marco del proyecto de restauración.
Nuestro esfuerzo actual implica rejuvenecer la tierra devastada por la minería, preparándola para la reforestación, para que ya no se parezca a la superficie árida de Marte. Dado el inmenso tamaño del sitio, esta transformación sin duda llevará tiempo, pero el objetivo final es verlo florecer con vegetación una vez más.
De ser la única mujer del equipo

Tengo la esperanza de que estos esfuerzos darán nueva vida a nuestra región y la conducirán hacia la prosperidad una vez más. La realidad es que resulta desalentador pasear por las calles de cualquier pueblo de por aquí y, a menudo, encontrar sólo un puñado de caras familiares con las que intercambiar saludos.
Llevo cinco meses en este puesto y, nunca he tenido ningún problema con mis compañeros. Al contrario, siempre han ofrecido su ayuda siempre que la han necesitado. Si, por ejemplo, hay una fuga en el camión y no estoy seguro de su origen, un miembro del equipo rápidamente me echa una mano y juntos solucionamos el problema.
Esta es una excelente oportunidad y estoy realmente agradecido por ello. La empresa nos trata excepcionalmente bien, lo que me produce una inmensa alegría. ¿Qué más podría desear? Tengo supervisores maravillosos, colegas increíbles y realmente disfruto mi trabajo. En este momento no podría pedir más y espero que esto continúe durante muchos años más. Salir de una batalla contra el cáncer se siente como una segunda oportunidad de vida. Aprecio esta existencia y nada ni nadie me detendrá. La vida continúa y estoy decidido a mejorarla aún más.